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Revista Isla Negra
Casa de Poesía y literaturas
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10 de Junio, 2015 · General

antologia de César Vallejo en tailandés

El Centro de Estudios Vallejianos, la Embajada del Reino de Tailandia en el Perú y el Instituto Raúl Porras Barrenechea tienen el agrado de invitarlos a la presentación de Antología poética de César Vallejo. Este libro, en edición bilingüe tailandés-español, se ha publicado con motivo de la celebración de los 50 años de la relaciones diplomáticos entre el país asiático y el Perú.
El evento contará con la presencia de la Dra. Pasuree Luesakul, directora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chulalongkorn (Bangkok), quien tuvo a su cargo la edición y revisión del libro. Asimismo, en el evento participarán el investigador Jorge Kishimoto, miembro del Centro de Estudios Vallejianos y el embajador del Reino de Tailandia,  Ruengdej Mahasaranond.
La cita es en el Instituto Raúl Porras Barrenechea (calle Narciso de la Colina 398, Miraflores)  el jueves 11 de junio a las 7:30 p. m.  
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20 de Noviembre, 2013 · General

César Cantoni: sus respuestas y poemas


Entre-vista en tramos-e, realizada por Rolando Revagliatti

 

César Cantoni nació el 23 de febrero de 1951 en la ciudad de La Plata -donde reside-, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Allí han sido publicados sus diez poemarios: “Confluencias”, 1978; “Los días habitados”, 1982; “Linaje humano”, 1984; “La experiencia concreta”, 1990; “Continuidad de la noche”, 1993; “Cuaderno de fin de siglo”, 1996; “Triunfo de lo real”, 2001; “La salud de los condenados”, 2004; “Diario de paso”, 2008; “El fin ya tuvo lugar”, 2012. Ha sido incluido en más de quince antologías (...“Antología de la nueva poesía argentina”, “Poesía entre dos épocas (Argentina 1976-1983 / Inglaterra 1930-1939)”,70 poetas argentinos, 1970-1994”, “Entre la utopía y el compromiso. 16 poetas argentinos”,Poesía hacia el nuevo milenio. Antología de poetas argentinos”, “Naranjos de fascinante música. Poesía de amor en La Plata”...). Además de poemas, se difunden sus artículos y críticas en diarios y revistas en soporte papel de diversos países. También en numerosas plataformas de la Red. Ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués y catalán. En tres ocasiones le fue concedida la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires, así como en 1996 por la sede central de la Sociedad Argentina de Escritores. Integró dos grupos literarios: “Latencia” entre 1977 y 1979 y “Tuerto Rey” durante 2006 y 2007. Formó parte en 2005 y 2006 de la redacción de la revista de poesía “El Espiniyo” y de Jurados en certámenes organizados por instituciones públicas y privadas. Es el responsable de www.lospoetasnovanalcielo.blogspot.com.ar (Stand de Poesía Platense).

 

 -En una entrevista concedida a Carina Velo hiciste referencia a tu timidez durante la pubertad, al menos en lo que concierne a compartir con alguna persona los poemas que comenzabas a intentar, imitando a los que reproducían los libros de lectura escolar. ¿Tu timidez se denotaba en otras áreas? ¿A qué tipo de poemas “arroja” la timidez? ¿Y qué factor que nunca hayas mencionado te insta a tu modo de indagar la realidad? Con el amor y la desesperación desplegados por el joven Pablo Neruda, sobreentendí que afirmabas en aquella entrevista, te identificabas. ¿Y ahora?

 

-Cuando era chico, escondía todo lo que escribía en la parte inferior de un diván. Nadie conocía mi secreto, ni familiares ni amigos. Mi timidez tenía que ver, entonces, con el pudor de mostrar los sentimientos (siempre he sido poco expresivo en este sentido). Pero también me atemorizaba la reacción que pudieran experimentar los otros al conocer mi afición por un arte tan singular y misterioso como la poesía. Aunque parezca absurdo, aquel temor no era en extremo descabellado: actualmente, cuando confieso que soy poeta, muchos me miran como si fuera tonto o estuviera loco. La timidez, por otra parte, no me “arrojó” a ningún tipo de poemas en especial. A la hora de escribir, carezco de prejuicios e inhibiciones y sólo procuro ser fiel conmigo mismo. La poesía constituye, en mi caso, una forma de sinceramiento que está por encima de todo.  En cuanto a Neruda, su libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, que leí entre los 18 y los 19 años, me produjo un deslumbramiento tan grande que llegué a escribir un poemario completo (“Las estaciones del amor”) imitando su estilo. Como ya dije en otras entrevistas, Neruda era, a fines de los años 60, un poeta emblemático en muchos aspectos. La sintonía amorosa y el compromiso político de su poesía tenían, en aquella época de fervor revolucionario, un fuerte atractivo para quienes empezábamos a deletrear versos y sueños. Si bien sigo admirando a Neruda, su influencia, como es natural, ya no gravita en mi creación. La realidad y el lenguaje cambian continuamente y el desafío del poeta consiste en acompañar esos cambios para no repetir ad infinitum a sus queridos maestros.

 

-Manifestabas también que no te considerabas escritor, claramente cuando escribís, corregís, trabajás un poema (posible). Convengamos que cuando incursionás en la crónica, en la semblanza –en la prosa--, te posicionás como escritor (acabo de leer tu “Latencia: poesía y dictadura”, artículo ya difundido en Internet y que pronto habrá de editarse en soporte papel). ¿Diferencias entre el “hablado por la poesía” (según el poeta argentino Ricardo Zelarayán: “No existe el poeta, sino el hablado por la poesía”) y el ensayista, el hacedor de artículos y críticas literarias?

 

-En la entrevista que mencionás, digo también que nunca escribí un poema con el propósito de hacer literatura, y en esto radica, a mi juicio, la diferencia entre el poeta y el escritor. Para mí la poesía es mucho más que un género literario; es un acto de vida, algo imponderable que me sucede cuando escribo, una experiencia que trasciende la mera retórica dela escritura. Es cierto que, además de poemas, escribo prólogos, contratapas, artículos, críticas, reseñas de libros, etc., pero este quehacer literario no deja de ser circunstancial; podría desentenderme del mismo sin angustiarme demasiado. En cambio, la creación poética forma parte de mi respiración, es mi modo de ser y estar en el mundo, la única cosa capaz de ofrecerme algún argumento existencial. Desde otra perspectiva, coincido con Zelarayán en que el poeta no es más que un instrumento de la poesía, el “hablado” por ella. Borges solía decir al respecto que su función se limitaba a escribir lo que “alguien” le dictaba.

 

-Sé que tus primeros seis poemarios los destruiste sin llegar a publicarlos (a diferencia de tantos escritores que pueden llegar a padecer ataques de escarlatina, energumenismo y surtidas alteraciones psicosomáticas o conductuales si se les menciona en público –ha sucedido con Borges- y aun en privado (los más paranoides), el título de alguno de sus primeros libros publicados). ¿Recordarías para nosotros los títulos de aquellos seis poemarios? Seis son un montón: ¿No merecerían ellos un poema del Cantoni actual?

 

-En una etapa de aprendizaje, uno cree que los últimos poemas que escribe son siempre los mejores. Por eso, cuando publiqué “Confluencias”, mi primer libro, en 1978, destruí todo lo que había escrito anteriormente. Vi en ese acto una especie de depuración. Al fuego purificador fueron a dar seis poemarios, la mayoría de los cuales habían recibido el primer premio en diversos certámenes de poesía inédita. Más adelante, descubrí un aforismo de Antonio Porchia que dice: “Te depuras, te depuras... ¡Cuidado! Podría no quedar nada”. Pero ya era demasiado tarde. Todavía recuerdo los títulos de esos libros incinerados: “Las estaciones del amor”, “Poemas en blanco y negro”, “Habitante solo”, “Eco de poemas” (este título nunca me gustó, pero no encontré otro mejor en su momento), “Invasión de los días” y “Tentativas y deslices”. De ellos, sólo se salvaron unos pocos poemas, que habían sido publicados en diarios y revistas.

 

-Quiero contarte que aunque no se lo demuestro –y en esto de no demostrar he sido precoz-, quiero mucho a tu ciudad (¿siempre viviste en ella?). Hace dos décadas que no voy. Jamás participé allí en una mesa de lectura. Pero me une a La Plata (y a Banfield, donde ha residido mi padre de pibe y de muchacho, y a City Bell, donde en mi adolescencia él hizo construir un chalecito de fin de semana –como ves, todo al sur de mi atroz megalopolismo-) un “lazo de consanguineidad”: no sólo mi madre –pariente bastante directo- ha nacido allí en 1914, sino que algunos de sus hermanos y primos. Primos míos con los que lamentablemente –te juro que lo sufro-  no tengo el menor contacto y aún otros parientes, sus hijos, viven, deben seguir viviendo en La Plata. Ruiz, Mugione, Naya, sus apellidos. Quiero contarte que siempre me ha producido una diferenciada satisfacción invitar a poetas platenses (y de los aledaños de tu ciudad) a mis Ciclos de Poesía, a mis segmentos de poesía en el marco de Cafés Literarios. Por lo que tu Stand de Poesía Platense y el cuidado formal, la dedicación y el rigor con el que lo sostenés, me resulta encomiable. Esto que digo promoverá que nuestros más curiosos lectores de países diversos pinchen en el enlace www.lospoetasnovanalcielo.blogspot.com.ar y se encuentren con testimonios fotográficos, muestras poéticas, informaciones, rememoraciones y se impregnen, con la sobriedad que le imprimís a la propuesta, de la impronta de la Capital de la Provincia más densamente poblada de nuestro país: la ciudad de las diagonales, la que entre 1952 y 1955 se llamara Eva Perón, la ciudad de los tilos, la primera de Sudamérica en tener el servicio de tranvía eléctrico. Expresado todo esto, César, ¿qué añadirías sobre La Plata, la así llamada por el Río de la Plata, que todavía no hayas, acaso, públicamente declarado?

 

-Siempre viví en La Plata, ciudad cuyo nombre, como bien decís, fue tomado del río homónimo y aprobado en la legislatura bonaerense a instancias de José Hernández, que lo propuso cuando era senador. Desde su origen hasta su diseño urbano (un cuadrado perfecto, que incluye simetrías y malabares aritméticos), La Plata es una ciudad con características singulares. Fue concebida políticamente para ser Capital de la Provincia de Buenos Aires y fundada por Dardo Rocha en 1882 en medio del desierto. Se trata, pues, de una ciudad joven, nacida de una idea y, por lo tanto, más pensada que soñada. Su fundación significó, de alguna manera, la coronación del pensamiento liberal de la generación del 80 (algo que muchos no le perdonan).El propio Sarmiento sostuvo por entonces: “La Plata es el pensamiento argentino, tal como viene formándose e ilustrándose hace tiempo, sin que nadie se dé cuenta de ello”. Sin embargo, hay que decir también que esta ciudad sufrió con singular ensañamiento la represión castrense de la última dictadura y que en ella se gestaron no pocos movimientos políticos y sociales que reivindicaban y reivindican los derechos humanos (son mujeres platenses las que hoy presiden organismos como Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo). Lo cierto es que La Plata creció en sus comienzos más que cualquier ciudad del mundo, hasta que la crisis económica que afectó a la Argentina a fines de la primera década del siglo XX detuvo su pujanza inicial. A propósito de ese crecimiento, un viajero francés, P. M. de Corvetto, escribió un artículo titulado “La Plata o el poder creador de la Argentina”, publicado en 1885, en el que expresa: "en ningún lugar del mundo el presente se transforma tan rápido en pasado; ayer el desierto, hoy un plano y jalones, mañana una ciudad". Paradójicamente, La Plata era, al mismo tiempo, una ciudad silenciosa y apacible. Sus plazas y paseos, sus anchas avenidas arboladas, el bosque con su lago, invitaban a la ensoñación y a la melancolía. Esa mansedumbre provinciana está muy bien reflejada en la poesía de López Merino y dio origen a la llamada “Escuela de La Plata”. Pero el progreso irracional y descontrolado no iba a eludir su realidad. Ya a principios de la década del 50, advertía el poeta y editor Marcos Fingerit: “La nerviosidad de la vida contemporánea ha llegado hasta ella trastornándola, mejor dicho, trastocándola. El silencio, la soledad, la quietud que la individualizaran, por lo menos para los viajeros, casi han desaparecido por completo, hasta de sus zonas en donde lo campestre ceñía lo ciudadano”. Hoy, por lo demás, no se diferencia mucho de otras ciudades del país. A los rótulos con que suele señalársela y que vos mencionás en tu pregunta, cabe añadir “Ciudad Universitaria” y “Ciudad de los Poetas”, este último discutido por algunos, aunque es bien conocida su fuerte tradición poética.

 

-Tu madre, fallecida en 2005, según informabas en un reportaje que te hicieran en “El Día”, ese periódico más que centenario de tu ciudad, llegó a leer tus primeros nueve libros. ¿Qué te trasmitía a propósito de ellos? Y, por extensión, otros familiares no vinculados con la escritura poética: ¿han leído poemarios tuyos? ¿Qué opinaron (los que opinaron)? ¿Y qué te parece que les pasó (o no les pasó, lo cual es un modo de que algo les pase (como los que se definen de apolíticos...)? ¿Qué hace un pariente de uno, no lector de poesía, con el ejemplar que le regalamos?

 

-La poesía no es un arte demasiado convencional. Tampoco es común que en las familias haya un poeta, de modo que cualquier reacción que el asunto suscite en el ámbito hogareño resulta entendible. Como dije al comienzo, yo escribía poemas que escondía en la parte inferior de un diván, hasta que un día mi madre, haciendo la limpieza de la casa, encontró el cuaderno que los contenía. No sé si fue el hecho de escribir poemas o el de esconderlos lo que más le llamó la atención, pero me consta que vivió preocupada durante un tiempo, temerosa, quizá, de que yo sufriera algún trastorno psicológico. Mi padre, por su parte, no supo que yo escribía hasta que obtuve la Faja de Honor de la SEP (Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires) y mi nombre apareció en el diario “El Día”. Tanto mi madre como mi padre confiaban en mis facultades líricas, pero no tenían parámetros para emitir un juicio equitativo. El resto de mis familiares me ponderaban y guardaban con cariño los ejemplares que yo les regalaba. Sin embargo, como siempre he sido bastante descreído y despreocupado, no me inquietó saber qué les pasaba o dejaba de pasarles con la lectura de mis libros. Por lo demás, he comprobado que aun el lenguaje poético más sencillo es de difícil comprensión para los no iniciados en poesía.

 

-He ido sabiendo de tu encendida admiración por Pound, Masters, Eliot, Pessoa, Williams, Cavafis, Stevens, Seferis, Montale, Ritsos, Quasimodo. Lo que me ha promovido interesarme por saber cómo te llegan, por ejemplo, las poéticas de Nicanor Parra, Enrique Blanchard, Charles Bukowski, Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Antonin Artaud, Manrique Fernández Moreno, Pablo de Rokha, Néstor Perlongher, Monique Wittig, Emeterio Cerro, Francois Villon.

-Siempre sentí admiración por las vanguardias de comienzos del siglo XX, que produjeron una transformación profunda en la poesía y fijaron un punto de no regresión. Obviamente, algunas me importan y me atraen más que otras. Fuera de ellas, de mi entusiasmo inicial por Neruda y de leer con enorme placer a los poetas griegos e italianos, mis preferencias líricas apuntaron, durante mucho tiempo, a la poesía anglosajona, sobre todo, a la norteamericana. En general, me seducen las poéticas conceptuales y realistas; o sea, aquellas capaces de expresar una intuición o una idea que puedan hacer reflexionar, sin perder de vista la circunstancia y el clima de la época. Con respecto a tu curiosidad acerca de los autores que enumerás al final de la pregunta, debo decirte que estimo, en particular, a Villon, Artaud y de Rokha. A Bukowski, asimismo, le dediqué un poema (“Bukowski o le mal de vivre”) que, por ser breve, aprovecho para transcribirlo: “No escribía al dictado del corazón,/ sino del hígado cirroso./ No escribía para los hombres satisfechos,/ sino para aquellos que sufren/ la quemadura de la vida./ No escribía porque la poesía/ fuera capaz de redimir al mundo,/ sino porque estaba seguro/ de que no existe salvación”. Por último, quiero agregar que, en cuanto a la concepción del arte en todas sus formas, comparto la visión de Ingmar Bergman cuando afirma: “Sólo con luz se puede iluminar la oscuridad, no con más oscuridad”.

 

-Desde luego, es satisfacción la que produce hallarse incluido en una buena o muy buena antología (o libro colectivo) y otra sensación es la que produce hallarse incluido en una mediocre o mala. ¿Qué nos podrías comentar sobre esto, César?, inquiero mientras releo el par de poemas de tu “Cuaderno de fin de siglo” incorporados en el volumen “El cine y la poesía argentina” (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011, con selección y ensayo de Héctor Freire). En efecto, el cine, ese mundo, y algunas películas te han inspirado poemas. ¿Qué trayectorias de realizadores te resultan impecables (o casi)? ¿A qué actrices y actores les creés todo? ¿Qué personajes te fascinan?


-Ciertamente, resulta satisfactorio hallarse incluido en una buena selección poética porque evidencia algún reconocimiento. Sé que dos poemas míos integran la antología de Freire, pero todavía no tengo el libro. Conozco, además, la lista de los autores seleccionados y puedo decir que todos cuentan con una trayectoria aquilatada. El cine me apasiona desde chico, si bien mis conocimientos acerca del mismo no son académicos y, por lo tanto, sólo me cabe hablar como aficionado. Vi muchas películas en las décadas del 80 y del 90, cuando apareció el video y el llamado séptimo arte era una de las expresiones que, a mi juicio, mejor reflejaba la realidad. Es asombroso comprobar cómo en dos horas, aproximadamente, puede resumirse una novela de 500 páginas o, más aún, una vida completa sin que se adviertan saltos o fisuras. Claro, esa idea de totalidad no siempre está lograda. Sería demasiado largo enumerar las películas que más me gustaron. Otro tanto ocurre con los actores y las actrices que me parecen más convincentes. A título ilustrativo, sólo voy a mencionar algunos directores por los que siento singular estima: Serguei Eisenstein, Charles Chaplin, Alfred Hitchcock, Orson Wells, Ingmar Bergman, Vittorio De Sica, Federico Fellini, Ettore Scola, Claude Chabrol, Win Wenders, Werner Herzog, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Woody Allen, Clint Eastwood...  Los personajes que más me fascinan son los antihéroes, los perdedores... Los héroes hollywoodenses y los “happy end” se me antojan bastante huecos.

 

-¿Qué lujos no podés, no podrías darte?... ¿Qué cosas no son tus favoritas?... ¿Qué asuntos no son tus favoritos?... ¿Qué apreciaciones no apreciás?... ¿Qué imprecisiones preferís?... ¿Qué preferís no preferir?... Algunas cosas, descuento, te llegan al corazón: ¿a dónde te llegan otras cosas?...

-Para que la exposición sea más clara voy a responder estas preguntas escalonadamente, una por una.

-¿Qué lujos no podés, no podrías darte?... Me gustaría poder leer y escribir sin premura, sin presiones, sin sobresaltos, pero no estoy seguro de que la vida me permita alguna vez este lujo.

-¿Qué cosas no son tus favoritas?... En principio, las que tienen una finalidad exclusivamente material.

-¿Qué asuntos no son tus favoritos?... Los ajenos a la cultura, las artes y el periodismo.

-¿Qué apreciaciones no apreciás?... Las de los políticos en época de elecciones, las de los economistas que fueron funcionarios y fundieron el país, las de los comerciantes cualquiera sea el producto que quieran venderme...

-¿Qué imprecisiones preferís?... Las del simbolismo en literatura y las del impresionismo en pintura.

-¿Qué preferís no preferir?... Prefiero no tener que preferir entre el olvido y el perdón.

-Algunas cosas, descuento, te llegan al corazón: ¿a dónde te llegan otras cosas?... Otras me pegan en la entrepierna, pero hago flexiones y sigo...

 

César Cantoni selecciona para esta entrevista, en octubre de 2013, seis poemas de su autoría:


TRAICIONÉ A MIS PADRES

 

Traicioné a mis padres: no acaté su legado

ni recorrí el camino trazado por su índice.

Defraudé a la ciudad: no tuve oficio ni empleo

y mi voto sólo llevó inquietud a los burgueses. 

Menosprecié a los dioses: no veneré sus máscaras 

ni me hinqué ante sus nuncios terrenales.

Desoí a la razón: cuando hube de callar, solté la lengua; 

cuando hube de ser cauto, puse el dedo en la llaga.

A una edad en que ya debería preparar mi alma,

alivianarla para su despegue,

no puedo hablar siquiera de arrepentimiento.

Condenado por todos los discursos,

sigo escuchando la impenitente voz de la poesía,

su incitación a la desobediencia.

 

                                      (El fin ya tuvo lugar)

 

 

¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?

 

¿Dónde está la verdad?, le pregunté a mi madre.

Y mi madre me dijo que no sabía.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al filósofo.

Y el filósofo adujo que sólo cobijaba dudas.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al científico.

Y el científico apenas esbozó una hipótesis.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al artista.

Y el artista puso el acento en la belleza.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al político.

Y el político tuvo palabras engañosas.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al gendarme.

Y el gendarme empezó a disparar su arma.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté al obispo.

Y el obispo me amenazó con el infierno.

¿Dónde está la verdad?, le pregunté a los dioses.

Y los dioses permanecieron mudos.

                                                                               (El fin ya tuvo lugar)

 


ES ASÍ COMO MUEREN

                                           no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo

Alejandra Pizarnik

 

Sá Carneiro se envenena tomando estricnina,

Esenin se corta las venas en un hotel ruinoso,

Maiakovski se mete una bala en la sien con un revólver,

Crane se tira al mar por la borda de un buque,

József espera el paso del tren sobre los rieles,

Lugones bebe alcohol con cianuro en un recreo del Tigre,

Tsvetáieva se ahorca colgándose de un árbol,

Pavese ingiere una sobredosis de narcóticos, 

Thomas se emborracha hasta entrar en coma etílico,            

Plath inhala el gas que sale de su cocina, 

Celan se arroja a las aguas del Sena en una crisis,

Ferrater se asfixia con una bolsa en la cabeza,  

Pizarnik echa mano a 50 grageas de barbitúricos,

Sexton aspira las emanaciones del motor de su auto,

Goytisolo se lanza al vacío desde un edificio de departamentos,

en la calle Mariano Cubí, en Barcelona, una mañana más negra que la noche...

Es así como mueren estos poetas:

yendo hasta el fondo de su desventura.

                                                                          (El fin ya tuvo lugar)


1976


Ese año enterramos las armas

y las municiones:

el viejo revólver de papá,

y las dos escopetas de papá,

y la escopeta rota del abuelo,

y mi rifle de caza,

y las balas de plomo

y los cartuchos.

Todo lo enterramos

prolijamente en un baldío

para que la dictadura de turno

no se sintiera amenazada.

 

                                                                           (Inédito)


LA EDAD DE LA INOCENCIA

 

Mi perro, que apenas tiene un año,

acaba de romper las lilas

que planté esta mañana

y mueve la cola con euforia

cuando compruebo lo que hizo.

 

También yo, siendo pequeño,

rompía alegremente los juguetes

ante la desazón de mis progenitores.

 

A veces, me pregunto si Dios

no será un niño inocente todavía,

que, haciendo alarde de sus travesuras,

se pone a jugar con las estrellas.

                                                                   (Inédito)


UN ARTE INVISIBLE

 

El poeta camina

desnudo por la calle,

pero la gente no lo ve.

 

El poeta va al cine,

sale de putas,

viaja en colectivo,

siempre desnudo,

pero la gente

mira para otro lado.

 

El poeta no tiene modo

de llamar la atención,

porque la poesía

es un arte invisible.

 

La poesía se escribe

sin palabras.

                                                                                     (Inédito)

*

Ciudades de La Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos 60 kilómetros, C. C. y R. R., noviembre 2013.

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03 de Febrero, 2012 · General

Carta de desagravio a César Levano

 

Por Eduardo González Viaña


 

Clemente Palma podría haberse hecho famoso por ser hijo de don Ricardo. Ganó cierta nombradía por escribir algunos cuentos y fungir de crítico literario. Sin embargo, en 1917, redactó una crítica mordaz contra César Vallejo. Sólo, en ese caso acertó. Quiso liquidar al autor de Trilce. Cuando éste ganó la inmortalidad, una ración de la misma le tocó a Clemente, pero por estúpido.
 
Gabriel González Videla podría ser recordado en los libros de historia por traicionar a quienes lo eligieron y hacer el gobierno más reaccionario en la vida de Chile. Fue, además, el primer presidente del mundo en viajar al Antártida. Todo eso le dio una cierta notoriedad, pero no lo hizo eterno. Su gran acierto consistió en perseguir a Pablo Neruda. La fotografía del gran poeta a caballo en los Andes huyendo de los esbirros de Videla hará eterno al traidor. 
 
Del general Armando Artola se decía que no podía atarse un zapato y mascar un chicle al mismo tiempo y que pensaba que las circulares se envían en sobres redondos. Nada de eso ha persistido en nuestra memoria ingrata. Sin embargo, ¿quién no lo recuerda armando una pila en el colegio Leoncio Prado y quemando en ella miles de ejemplares de La ciudad y los perros?
 
El donnadie que quiso asesinar a  Chabuca Granda en México o el tipo que le dio cuatro balazos en la espalda a John Lennon, un tal Mark Chapman, son otros ejemplos de una interminable lista a la cual hoy ha querido sumarse al rector de San Marcos.
 
El doctor... ¿cómo se llama?...ha despedido de su puesto en el centro cultural de la Casona de la cuatricentenaria universidad a César Lévano alegando la edad del escritor, periodista y luchador social que algún día tendrá un monumento. ¿Querrá el doctor como se llama aparecer entonces a su diestra?
 
¿O lo hará el hombre que quedó en su reemplazo, y que debe su puesto a ser joven, mancebo, pollo, zagal, imberbe, tierno... o acaso efebo?
 
Mi carta es un homenaje y un desagravio a César Lévano, y a todos los que como él deben el honor y la eternidad a sus propios méritos.
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12 de Diciembre, 2011 · General

Humala se quito la máscara

Escribe: César Hildebrandt

-PUBLICADO EN HILDEBRANDT EN SUS TRECE-

Las decepciones son mayores cuando las esperanzas son más intensas.

 

A pesar de que la segunda vuelta obligaba a Ollanta Humala a la moderación y a la búsqueda de consensos, era obvio que quienes votaron por él conservaron la expectativa de que un gobierno suyo iba a traer algunos cambios cualitativos. De eso se trataba, precisamente, la pelea política y moral con Keiko Fujimori.

 

Esa esperanza de cambios ha terminado.

 

En un proceso semejante a la progeria, esa enfermedad que envejece a los niños a la velocidad del infortunio, Humala se ha resignado a gerentear el Perú.

 

El poder económico ha hecho con él lo que logró hacer con casi todos: ensillarlos, adobarlos, engullirlos. Al empresario salitrero Billinghurst no lo pudieron convertir en sirviente y por eso le dieron un golpe de Estado. Al general Velasco no lo pudieron asustar y por eso lo han convertido en el demonio temido al que hay que seguir aporreando desde sus medios de comunicación.


Todos los demás entraron al redil.

Humala acaba de hacerlo a paso redoblado.

 

La declaratoria del estado de emergencia cuando se estaba a punto de llegar a un acuerdo no sólo dejó mal parado a Salomón Lerner sino que fue un mensaje hacia el futuro: los acuerdos son peligrosos cuando uno no está dispuesto a cumplirlos, mejor es militarizar "las ciudades alzadas".

 

Cajamarca no es una villa levantisca. Cajamarca está harta de esa minería avariciosa que todo lo enmugra con sus ácidos, sus humos ponzoñosos, su dinástica mierda.

 

Cajamarca no está contra la minería que respeta y concede. Está en contra de ese antro aurífero, colonialmente prepotente, llamado Yanacocha.


Ahora Cajamarca es una ciudad tomada "por las fuerzas del orden".

¿De qué orden?

 

Del orden tal como lo entiende la derecha pre-Gutenberg peruana. Es decir, palo y bala si es necesario con tal de que nadie se oponga a nuestro destino de vendedores de rocas molidas. Y palo y bala para los que osen enfrentarse a 200 años de desprecio.

 

Humala es nuestro nuevo Zelig. Habla como Sánchez Cerro, actúa como Alan García, decide como lo hubiera hecho Luis Bedoya.

 

Ya ni siquiera disimula, lo cual, en efecto, es un mérito. Caída la máscara del reformador, apagadas las luces del centrista, Humala marcha a paso ligero a ser el albacea del modelo que aquí impuso una banda de delincuentes cuyo cabecilla tiene una sentencia de 25 años por delitos de lesa humanidad.


Que Humala se prepare para otros Cajamarcas. Si cree que va a intimidar actuando como un matón que ordena detener durante diez horas, sin mandato judicial alguno, a dirigentes que salían de una cita en el Congreso, se equivoca.


Si cree que invirtiendo 500 millones de soles en infraestructura (mientras congela, irregularmente, las finanzas del gobierno regional)  va a comprar a Cajamarca, se equivoca dos veces.


Y si cree que los aplausos de la derecha y su plebe amaestrada suponen un veredicto popular, se equivoca tres veces.


Saldrá este fin de semana una encuesta que dirá su popularidad ha aumentado, señor Humala. No se la crea. Detrás de esas cifras está la verdad. La rabia polvorienta de los pueblos que se sienten fuera de toda inclusión política no la miden las encuestas, que a Fujimori también le sonreían.

No les crea, señor Humala, a los incondicionales que le dicen que usted ha recuperado la autoridad. Eso le decía El Comercio a Sánchez Cerro cuando mandaba bombardear Trujillo, y a Odría, cuando mandaba matar a Negreiros.


La historia del Perú está plagada de ovaciones siniestras venidas desde los palcos. Los éxitos "del orden" siempre serán provisorios cuando la meta no es hacer justicia sino durar, congraciarse con los inversionistas mineros, ser plausible para los de siempre.


Era justo borrar a Conga de la cartera de proyectos mineros. No sólo porque es incompatible con la agricultura y la conservación de recursos hídricos de la zona sino porque su Estudio de Impacto Ambiental era, como lo demostró el ex viceministro José de Echave, maliciosamente incompleto. Y porque, además, Conga es hija de Yanacocha, una empresa que ha hecho todo lo posible para que los cajamarquinos la odien y teman.


Ahora usted repite a Alan García con eso de que el suelo es privado pero el subsuelo es del Estado. Es argumento tan indigno, intelectualmente tan mísero, que debería avergonzar a quien lo esgrima.


Vayamos al absurdo: ¿y si mañana unos exploradores chinos o canadienses descubren, en las proximidades de Machu Picchu, un millón de toneladas de oro y varios trillones de metros cúbicos de gas? ¿Nos deshacemos de la zona de amortiguamiento de Machu Picchu? ¿Ponemos en peligro esa maravilla? No, ¿verdad?


Machu Picchu, al fin y al cabo, es el testimonio de una civilización que tuvo una relación amistosa con el medio ambiente. ¿Y por qué el pasado, por más majestuoso que sea, puede resultar más respetable que límpidos presentes de una región que vive hace siglos de producir cosas fragantes que se comen?


Para llegar al subsuelo hay que perforar los suelos,  abatir las propiedades, cambiar los paisajes, matar aguas. Decirle a Cajamarca que el suelo es suyo pero el subsuelo es "nuestro", es decirle que el suelo no suyo y que está expuesto a la voracidad minera y a la complicidad del Estado con los poderes fácticos.


Somos una república unitaria, pero no somos una dictadura unitarista. Somos un país, no un cuartel. Y usted prometió (tengo las grabaciones respectivas) aguas y lagunas conservadas para Cajamarca, un nuevo país para los que han esperado tanto, cambios y reformas en los contratos de inversión que, tomando como base el interés público, así lo requirieran.


Presidente Humala: no crea que es usted muy original. Tiene usted una ascendencia histórica abundante, aquí y en América Latina.


Y a usted, que ahora profesa tan auténtica amistad por Chile, le contaré brevemente la historia de Gabriel González Videla, un probable clon suyo que gobernó a nuestro amable vecino del sur.


González Videla llegó al poder en Chile en 1946. Logró eso porque contó con el apoyo de un frente popular que incluía al poderoso Partido Comunista de Chile. Y obtuvo el respaldo de ese frente, que incluía al Partido Radical, porque prometió un Chile nuevo y más justo.


Pues bien, la presión de los conservadores, las amenazas de Washington (un diálogo con Truman fue decisivo), la falsedad o endeblez de sus convicciones empujaron a González Videla a reprimir salvajemente las huelgas de mineros que reclamaban mejores salarios y a quienes él, precisamente, había prometido nuevas perspectivas y trato más digno. De inmediato, dictó la famosa Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declaró al Partido Comunista ilegal, censuró las publicaciones de izquierda y convocó a conservadores y liberales a integrar un gabinete que se llamó "de concentración nacional". Pablo Neruda, que en ese entonces era senador por el Partido Comunista, fue perseguido, vivió durante meses en la clandestinidad y, al final, penosamente, por tierra, pudo salir en secreto de Chile.


En su Canto General, Neruda escribió estas líneas bajo el título "González Videla":


"…En Chile no preguntan, los puños hacia el viento,

 los ojos en las minas se dirigen a un punto,

a un vicioso traidor que con ellos lloraba,

cuando pidió sus votos para trepar al trono...

 

A mi pueblo arrancó su esperanza, sonriendo,

la vendió en las tinieblas a su mejor postor,

 

y en vez de casas frescas y libertad, lo hirieron,

lo apalearon en la garganta de la mina,

le dictaron salario detrás de una cureña,

mientras una tertulia gobernaba bailando

con dientes afilados de caimanes nocturnos".


En el Perú no tenemos, fatalmente, a un Neruda. Pero quizá hemos empezado a tener a un González Videla.


Alguien que pierde los ideales, un gobierno que abandona su esencia, un horizonte de bala y pragmatismo, la política hecha medición de PBI y aplauso de las agencias de calificación de riesgo, ¿qué son, qué galaxia de sentido forman? El fenómeno tiene un nombre: es la derrota de la inteligencia y el triunfo de la administración.
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publicado por islanegra a las 09:03 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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